Empresas Familiares

Empresas Familiares

En México las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) representan el 99% del total de unidades económicas, concentran el 64% del empleo y el 40% del PIB. En contraparte, las grandes empresas  (según la clasificación de la Secretaría de Economía) representan el 1% de las unidades económicas, el 36% del empleo y el 60% del PIB.

Anualmente nacen en México 200 mil empresas, de las cuales solo 35 mil sobreviven sus primeros dos años de operación y de esas sobrevivientes se considera que sólo el 25 % tienen posibilidades de sostenerse con éxito, así como sólo el 10% cuenta con las oportunidades de crecer y desarrollarse para tener un impacto importante en el desarrollo de su región.

De las 165 mil empresas que fracasan en sus primeros dos años, 65% son por falta de capacitación empresarial adecuada relacionadas con el desconocimiento de las necesidades de su mercado y asociados a un modelo de negocio sin ventajas competitivas sostenibles y escalables.

Por otra parte, durante los últimos años se ha venido tratando a la empresa familiar como una empresa que necesita transformarse, invitando a la “institucionalización” como un proceso necesario para crecer y convertirse en una gran empresa. Sin embargo, como se puede observar ninguna de las causas de muerte de las empresas esta relacionada con su origen de empresa familiar. Es decir, el éxito de una empresa no depende de su característica de empresa familiar.

Como cualquier otra empresa, la empresa familiar no fundamenta su modelo de negocio en que sea familiar o no, a los clientes poco les interesa si la empresa es familiar, lo que quiere es una atención esmerada, buenos precios, surtido, suministro oportuno, etc. De tal forma que esas características de una propuesta de valor exitosa no dependen de su connotación familiar.

Tal vez, el origen de muchas empresas es una familia a la que poco a poco se van incorporando los hijos y otros miembros de la misma, y continúan el negocio por tradición, pasando el mando de generación en generación. Sin embargo esa lógica ha cambiado, los hijos, por lo general tienen más oportunidades de estudio que sus padres y ya no siempre les resulta atractivo continuar con el negocio familiar y prefieren seguir otro tipo de profesiones liberales como medicina, artes o ciencias no relacionadas con el ámbito empresarial. La familia sin duda debe ser formadora de empresarios, así que si un empresario desea construir una empresa familiar, esta decisión debe ser acompañada de una intención firme.

Las empresas son organismos vivos con vida propia que transcienden a sus fundadores si mantienen su propuesta de valor y si no se mantiene dirigida por los hijos no significa que sea el fin de la empresa, sino que tiene oportunidades de crecer y desarrollarse. De la misma forma si los hijos no continúan, será necesario buscar como puede continuar aún cuando sea con otros dueños.

Las empresas familiares tienen muchas virtudes propias de una familia, como pueden ser la solidaridad, la integración, la generosidad, pero de ninguna forma sustituyen la exigencia que cualquier empresa de negocios necesita. Se podría decir que la empresa familiar potencializa un modelo de negocio exitoso, pero que su característica familiar no vuelve un mal negocio en uno bueno.

Las empresas que perduran con el tiempo son aquellas que saben transformarse para mantenerse vigentes en el mercado (se diferencian de su competencia), van creciendo con flexibilidad para adaptarse de la mejor forma a los cambios del entorno y  las oportunidades del mercado. Las empresas familiares tienen características que les ayudan a perdurar en el tiempo, siempre y cuando los criterios de decisión sean criterios empresariales, cuando la decisión familiar va por encima de la decisión empresarial, las empresas familiares no perduran.

Mantener las características de una empresa familiar con un modelo de negocio exitoso y criterios de decisión empresariales son una buena fórmula para mantenerse vigentes a lo largo del tiempo.